La muerte es un suceso inevitable. Damen Hathaway.

martes, 17 de mayo de 2011

Noticias!

Hola! :D ¿Qué tal? Sólo pasaba a decirles que (¡por favor!) si leen la historia de Camira, que por favor comenten, me siento como si nadie la leyera, a excepción de unas cuantas personas, obviamente.

<---- Sí! Lo he conseguido! Mi librería favorita en mi ciudad me lo ha traído! Lo ha pedido a la editorial (por algo es mi librería favorita ¿no?), y ha llamado ayer en la mañana para decirme que ya había llegado :D Mi mamá contestó y fue por él... pero no me dejó leerlo ayer porque teníamos que irnos a las clases mi hermana y yo xD Así que hoy en la mañana :P me levanté 10 minutos antes de lo normal y empecé a leerlo xD

¡Otra noticia!
Unas chicas y yo nos contactamos y haremos una historia juntas!! Espero la lean! Aún estamos preparando todo pero pronto estaremos publicando en un blog. De verdad que el argumento me encanto y espero a ustedes también.

¡Un favor!
Voten por mí en http://blogger-awards-maximum.blogspot.com/ Vayan a la encuesta al final de la página y voten por Be True To Yourself! :D Gracias.

Creo que vendría siendo todo. Gracias una vez más a las personas que leen la historia, de verdad se los agradezco.

Adiós,
A. J.

lunes, 9 de mayo de 2011

12. Castigo

La tensión en la habitación casi se podía ver. Sin embargo, la conversación nunca se realizaría.
Un ruido procedente de afuera hizo que los tres voltearan la cabeza hacia el lugar de donde provenía aquel sonido y que abandonaran el tema. Un mal presentimiento se encajó como un cuchillo en el interior de Camira.
-No... -musitó ella, abstracta en su mente.
-Están atacando -avisó Gio, luego sonrió con maldad-. Tengo permiso de matarte ahora -dijo mirando fijamente a Leo.
-Inténtalo -respondió éste con voz afilada.
-Me gustaría... -empezó antes de que Camira hablara.
-Damen... -Entonces volvió al presente-. ¡Damen! -gritó y salió corriendo por la puerta, empujando sin ningún cuidado a Leo a un lado para poder pasar y se dirigió justo al centro de la batalla.
Un ángel, al verla, sonrió con el destello de victoria en su mirada y, lamentablemente para él, en el momento en que se distrajo, un ángel caído que no había visto nunca Camira, le clavó una daga en la espalda, en el lugar exacto donde se juntaban sus alas blancas.
No importa, se tuvo que recordar Camira. Ellos son los malos.
Recorrió con la mirada el campo de batalla. ¿Dónde rayos estaba Damen? Buscó de nuevo. Tenía que estar en algún lugar.
Un ángel se le puso en frente de repente y Camira apenas tuvo tiempo de reaccionar. Al momento en que planeaba cargarla para llevársela, ella se agachó y alcanzó a divisar una pequeña daga tirada en el suelo. La tomó en su mano derecha y, a lo lejos, escuchó a Leo gritar.
-¡Noooooo! ¡No lo hagas Camira!
Demasiado tarde.
La daga se clavó justo en el corazón del ángel y de pronto, la batalla perdió sentido.
-Has matado a un ángel -oyó decir a una voz desconocida-. Serás castigada.
Entonces los ángeles se apartaron dejándole a la vista a Damen, quien le dio una mirada cargada de pesar y de otro sentimiento que ella no pudo reconocer. Después una daga se clavó en su pecho y a Camira se le empañó la mirada. Había muerto. Le habían quitado a su madre, y ahora a su padre.
Leo llegó a su lado un segundo después de que ella presenciara aquella escena y la miró con lágrimas en los ojos.
-Camira... ¿Por qué? -Bajó la mirada al suelo, recordándose que si seguía ahí, sería castigado también-. Adiós -se despidió en un susurro, besó su frente por última vez y se marchó junto con los demás ángeles.
Sintió la presencia de alguien detrás de ella y supo irremediablemente que era Gio.
-Camira... Lo siento.
Asintió sin voltearse a mirarlo. Se enjugó unas cuantas lágrimas que habían salido de sus ojos con el dorso de su mano derecha y caminó hacia su difunto padre. Tomó una de sus manos entre las suyas y la retuvo ahí durante mucho rato. Gio estuvo a su lado. Nunca se fue. Ninguno de los dos dijo nada y él se limitó a verla sollozar en un triste y profundo silencio.
En algún momento que ella no se dio cuenta, se fueron todos los demás ángeles caídos, dejándolos sufrir a solas. Fue entonces cuando tuvo tantas ganas de gritar, tantas ganas de tirarse al suelo y dejar que éste se la comiera.
¿Qué era lo que había hecho tan mal cuando nació para que se le castigara primero con la muerte de su madre y luego con la de su padre? Se dio cuenta de que no importaba la causa, sino la consecuencia.
Paró de llorar. Podía lograrlo ella sola. Nunca había tenido a nadie que no se marchara cuando ella le necesitaba. Su madre se había marchado, no por cuenta propia si bien era cierto, cuando ella la necesitaba. Leo, por su propia decisión, se había ido también. Y ahora su padre, el que había conocido apenas unos días antes, se iba. Empezaba a pensar que la gente desaparecía de su alrededor por ella, que ella era la causante de todo esto.
Llena de pavor, se levantó del césped con un nuevo sentimiento de culpa mezclado con el miedo de herir a cualquier persona que se le acercara.
Entonces en su mano, en un llamarada de fuego instantánea, apareció una nota. Con los ojos vidriosos, la desdobló y leyó su contenido.
Sonrió con tristeza. De algún modo sabía de dónde provenía el pequeño papel.
No se lo enseñó a Gio. Temía que se enterara de cosas que en el futuro podrían ponerlo en peligro. Aunque ella no sabía exactamente qué mal podría hacerle al mostrarle la carta, pero algo en su interior le dijo que la guardara para sí.
-Creo que es hora de irme -le susurró Camira a Gio.
Él sólo asintió con las manos metidas en los bolsillos. La muchacha se dio vuelta y se dispuso a caminar hasta su habitación. No sabía exactamente qué sucedería pero tenía que ser fuerte.
-Camira... -la llamó Gio.
Ella se volvió hacia él.
-¿Sí? -dijo en voz baja.
Sacó la mano del bolsillo derecho y en ella tenía un pequeño dije con una cadena que lo sujetaba. Parecía de plata.
-Supe que debía dártelo ahora mismo cuando vi la llama que prendió en tu mano.
Camira se acercó hipnotizada por la belleza de su regalo.
-Wow. Gracias -dijo encontrando de repente los ojos de Gio muy cerca. Tomó el collar en sus manos y, al hacerlo, rozó la mano de él. Sintió tal descarga eléctrica que, cuando volvió a levantar la mirada y vio los ojos de él de nuevo, estuvo como magnetizada y, de momento a otro, sus labios se movían conforme los de Gio.
Cerró los ojos y se dejó llevar por la sensación de estar dentro de un enorme malvavisco suave y esponjoso. Elevó los brazos y entrelazó sus manos en la nuca de Gio. Sintió cómo él la abrazaba y la atraía más hacia él. Ninguno de los dos quería separarse. Quizá no lo tuvieran que hacer.

Muchos años atrás. Odesa, Ucrania.

Los jovenes enamorados estaban en la misma posición que los de el presente. Se besaban con suavidad, con amor, con cariño. Entonces esa estúpida sensación de necesitar oxígeno apareció y se tuvieron que separar.
Bajo la luz de la luna, se sonrieron el uno al otro y juntaron sus frentes. Se dieron cuenta de que lo que sentían era algo más fuerte que el amor y se dijeron que siempre estarían unidos, que nada los separaría y que todo estaría bien siempre y cuando estuvieran unidos.
Tal vez el amor te hace decir locuras.


Me gustó el capítulo. Creo que es la primera vez que digo que me gustó un capítulo haha. Es lo único que les digo. Ah! Y que voten por mí aquí: http://blogger-awards-maximum.blogspot.com/ GRACIAS POR LEERME!

Adiós,
A. J.

jueves, 5 de mayo de 2011

D:


Todo lo que alguna vez desee, lo tuve a mi alance. Lo dejé ir. Qué tonta fui. Quisiera que volviera, pero, claro, ¡ha! Qué estúpida que soy. Claro que no va a volver. No. No va a volver y tengo que hacer que entré en esta cabecita mía. No hice nada para que se quedara a mi lado. No hablé. Simplemente me quedé callada y dejé que las cosas sucedieran. No dije nada... Quizá ese fue el error. Quizá esta sensación de vacío en mi interior se debe que nunca dije nada para hacerle saber lo que sentía. Nunca me animé a dar el primer paso. Nunca supe si en verdad me quería o sólo estaba jugando conmigo... No dije nada. Me limité a esperar a lo que pasaría después como si mi vida fuera una película y yo solamente estuviera viendo, sin interferir en nada. Si tan sólo me hubiera atrevido.... No. Los "hubieras" no existen.