La muerte es un suceso inevitable. Damen Hathaway.

miércoles, 22 de junio de 2011

Ya hay capítulo nuevo en Historias de Alec Vulturi!!

lunes, 20 de junio de 2011

13. La cruz

Lo prometido es deuda. Aquí está el próximo capítulo. (Sí, al fin he subido el siguiente). Ayer les dije que hoy lo subiría y aquí está. Espero les guste.
Pasen por aquí, es una nueva historia que empecé ayer. http://www.historias-alec-vulturi.blogspot.com/

El dolor era insoportable. Cada vez eran peores y no estaba segura de que llegara a vivir siquiera una semana más.
Todo había empeorado definitivamente desde que Damen había muerto. Los ángeles caídos habían comenzado a verla con hostilidad e incluso Ginna la trataba con desprecio. Gio había sido el único que se había quedado a su lado; y por mucho que Leo le haya prometido y jurada amarla y nunca separarse de ella en el pasado, él también se había alejado, una vez más, cuando más lo necesitaba. Se había convertido en una refugiada y no ocupaba más la habitación en el pasillo de los visitantes, sino que se le había asignado una nueva, cerca de las de los ángeles caídos, cerca de la de Gio.
Era cierto que su nueva pieza era más bonita y más grande, pero extrañaba los días que pasó en la anterior. Allí todavía se podía sentir la presencia de Damen... dormido en una silla mientras ella dormía.
Inconcientemente se llevó una mano al bolsillo trasero de su pantalón y sacó la pequeña nota que había ardido en su mano después de la muerte de su padre. Notó que ahora estaba más arrugada que antes y había líneas marcadas de los tantos dobleces que se había ocupado de darle.
Suspiró y leyó en voz alta:
-La muerte es un suceso inevitable.
El significado de la frase era evidente si lo veías de un lado obvio, pero Camira sabía que se trataba de algo más. Si su padre lo había preparado antes de morir, debía ser algo diferente e importante.
Cansada de añadir esfuerzo a su débil cuerpo, se dejó caer sobre la mullida cama y cerró los ojos un rato. Los tuvo que volver a abrir cuando dos golpes en la puerta interrumpieron su corto descanso.
Miró el reloj sobre el buró al lado de su cama y se fijó que eran las 4:30 pm: la hora exacta que Gio dijo que iría.
-Pasa -alcanzó a decir, después la puerta se abrió y dejó ver la perfecta anatomía de Giorgio.
El muchacho sonrió y sus ojos brillaron mientras le dedicaba un "hola" a Camira.
-¿Cómo estás? -le preguntó.
-Supongo que mejor -mintió la chica.
Él borró la sonrisa de su bello rostro.
-Vamos, Camira. No me gustan las mentiras, lo sabes.
Ella bajó la mirada y sus párpados temblaron un poco dando paso a unas cuantas gotas de agua que cayeron de sus ojos.
-Tengo miedo, Gio -se derrumbó mientro él acudía a abrazarla y consolarla.
Últimamente era así. Sabían que todo aquello terminaría pronto, que ella moriría. Sin embargo, ese no sería el final de su historia sino que también sabían que Camira volvería, esta vez como un ángel caído.
-Estaré bien -dijo luego de un rato de estar en los brazos de Gio. Ella tenía claro que cuando lloraba, lo lastimaba a él y estaba harta de ello, así que siempre decía la misma frase después de llorar a su lado.
-Aquí estaré cuando pase -le recordó él.
Camira asintió alejándose de él y enjugándose las lágrimas con el dorso de su mano derecha.
Los ojos de Gio se abrieron como platos y tomó la mano de Camira entre las suyas con fuerza.
-¡Camira! -exclamó-. ¿Cómo te hiciste esto?
-¿Qué cosa? -preguntó ella a su vez intentando mirar qué veía Gio.
Él le mostró de que hablaba y la boca de la muchacha se abrió de asombro al ver lo que tenía dibujado en su mano.
-Yo... Yo no me lo hice -se excusó. Ni siquiera sabía que podía trazarse una cruz después de haber matado a un ángel.
-Es imposible -aseguró Gio-. Se supone que has quedado condenada, las cruces te harían daño.
-Eso creo.
Camira se levantó de la cama y caminó hacia su escritorio, revolvió unos cuantos papeles, no para encontrar algo sino para distanciarse de Gio y poder pensar con mayor claridad, tratar de encontrar una respuesta para aquella cruz que había aparecido mágicamente en su mano.
-¿Qué es esto? -oyó decir a Gio. Se volvió y lo vio recoger un pedazo de papel del suelo. Entonces reconoció la nota de Damen. Antes de que pudiera hacer nada, él lo desdobló y alcanzó a leerlo antes de que Camira se lo arrebatara de un manotazo.
-Nada -dijo ella a la defensiva. Su plan de mantenerlo en secreto se había ido por el drenaje.
-¿Quién te dio esto, Camira? -preguntó él mirando el suelo, luego levantó la mirada hacia ella y frunció el entrecejo-. No importa, es sólo...
-Camira -la interrumpió y volvió a repetir lentamente-: ¿Quién te dio esto? -Separó las palabras con furia contenida y luego estalló-. ¿Lo has estado viendo? -le reclamó gritando-. ¿Es que no entiendes que él ya no está aquí? -La tomó de los hombros y la sacudió violentamente-. ¡Entiéndelo!
-Gio, me estás lastimando... -susurró Camira sin mirarlo a los ojos.
Él apretó sus hombros durante un segundo más antes de soltarla y alejarse. Respiró hondo y vio hacia abajo, hacia el piso tapizado de madera.
-A Leonardo... ¿En serio lo amaste tanto? -preguntó dolido, bajando su voz hasta convertirlo en un susurro apenas audible.
-Gio... -Camira cerró los ojos suavemente, pasó su lengua por sus labios en un gesto desesperado y luego se rindió. Relajó los hombros y respiró hondo-. Sí.
-Bien -respondió él-. Me impresionaba que aun no te hubieras ido con él.
Su cinismo la hirió profundamente.
-¿De qué hablas? No me iré con Leo.
-No estoy tan seguro. ¿En serio te hubieras conformado conmigo si el no se hubiera marchado cuando mataste al ángel? ¿Crees que aun estarías aquí? ¡Por favor! ¡Te hubieras ido con él!
Con el puño dio un golpe en el escritorio de madera y éste se abolló un poco. Camira dio un brinco al mismo tiempo y se impresionó por la actitud de Gio. La sangre empezó a arder en su interior. No iba a dejar que alguien la dominara de ese modo.
-No me hables así ni me grites. No tienes tal autoridad sobre mí como para hacerlo, ¿ok? En primera, no me iré con Leo nunca, porque no puedo y porque no quiero. En segunda, no me interesa lo que pienses de él o de mí pero a mí no me vuelvas a hablar como si fueras mi dueño porque no lo eres. Y en tercera, ¡lárgate de aquí! -le gritó tronando los dedos y apuntando con el dedo índice la puerta.
Gio apretó los dientes durante un instante mirándola furioso, luego dio media vuelta y salió por la puerta dando un portazo.
Camira se dejó caer sentada al suelo. Aun no podía creer que Gio le hubiera hablado así. Cubrió su rostro con las manos y se hundió en sus rodillas.
Si lo miraba desde cierto punto, ahora estaba sola de nuevo. No había nadie a su alrededor que pudiera calmar ese sentimiento y ella tenía que cargarlo todo en sus hombros. Pensar que le quedaría una eternidad en Klair era horrible.
Quizá ese era el castigo que el gran señor daba a los que lo desobedecían. Solos por el resto de los tiempos, sin nadie a su lado, sin nada a lo que aferrarse. Una existencia vacía y llena de oscuridad. Sería mejor morir completamente a seguir así.
De repente el dolor la apuñaló y Camira gritó. Un grito desgarrador que hizo que dos guardias entraran rápidamente a auxiliarla.
-¿Está bien señorita Hathaway? -preguntó uno preocupado al ver que ella se llevaba las manos al estómago y arrugaba el rostro.
Era hora.

domingo, 19 de junio de 2011

Primer capítulo!!

Sí, lo siento mucho por no haber subido antes, en serio perdón, pero les dejo algo que seguro les gusta, ¿sí? Entren aquí: http://www.historias-alec-vulturi.blogspot.com/ y lean el primer capítulo, suscribanse. Es una historia que se me ocurrió (también la razón por la que no haya subido), así que por favor leanlo y suscribándose, ¡comenten!
Mañana subo capítulo aquí, ¿sí?