La muerte es un suceso inevitable. Damen Hathaway.

sábado, 5 de marzo de 2011

4. Ángeles Caídos

-Vamos -dijo Gio y escuchó sus pasos a través del túnel.
Camira inspiró profundamente y lo siguió a una distancia apropiada, con la ojos fijos en el suelo húmedo bajo sus pies.
-No entiendo por qué te quieren ellos -dijo él después de un rato, como si las palabras que dijo no hiriesen a nadie ni nada-. Eres algo totalmente corriente que se pudiese encontrar en cualquier parte.
Aquello la ofendió y se paró en seco obligando a Gio a esperarla. Él se volvió a mirarla.
Rayos. ¿Qué cosa tenía de especial ella? ¿Por qué hacia que él se sintiese de ese modo?
-Si eso es lo que piensas supongo que no tiene caso que siga aquí. De hecho, ni siquiera quería venir -dijo controlando su voz. Tenía tantas ganas de llorar.
-Yo no te obligué a venir. Simplemente tú me seguiste.
-Eres un egocéntrico, arrogante y...
-Sí, sí, sí -la interrumpió-. Soy Cruela de Vil. ¿Quieres seguir ya o me darás un sermón como lo hacen las madres?
Eso la dañó profundamente.
Un sermon... Cuanto daría por uno de su madre. Nunca había tenido siquiera la oportunidad de hablarle, sólo se la había quitado como si nada.
"Como quitar un dulce a un bebé", pensó con dureza.
-No tienes derecho a hablar así de una madre -dijo Camira con los ojos cristalinos.
-Si yo quiero lo haré -dijo con arrogancia.
Sin esperarlo, Camira acortó con dos pasos la distancia entre ellos y le plantó la mano en la mejilla. Tal fue la fuerza, que Gio volteó un poco la cara.
Eso le molestó.
La tomó de las muñecas con fuerza y la condujo hasta la pared, hizo que golpeara sin piedad alguna su espalda contra ésta y se acercó a su oído.
-Nunca, escúchame bien, nunca.... vuelvas a hacer eso. O no seré tan amable -susurró causando un escalofrío en el cuerpo de ella.
-Me... me lastimas -dijo Camira refiriéndose a sus manos.
La soltó con desdén y siguió caminando por el túnel.
La pared estaba demasiado fría así que agradeció a Dios cuando por fin se pudo apartar de ella.
Lo seguió, no sabía cómo salir así que parecía lo más sensato.
El tiempo transcurrió sin que ella lo percibiera y no se dio cuenta por donde caminaba. De pronto, una puerta se alzó sobre ellos.
Era de metal y no parecía oxidada aún estando en aquella abrumadora humedad. No tenía ningún cerrojo ni nada por el estilo, sólo metal grisáceo que parecía brillar.
-¿Y ahora qué? -preguntó Camira al ver que Gio no hacía nada.
Él volteó los ojos, pero respondió. Se acercó a la puerta y levantó una mano. Camira intentó adivinar lo que haría. Quizá fuera a aventar la puerta con una fuerza antinatural, después de todo, podía esperar éso, ¿cierto? Gio era un ángel caído. Un inmortal condenado a una vida de miseria.
Puso su mano con delicadeza contra el frío acero plateado y cerró los ojos. Se imaginó estando dentro de la gran habitación y de un momento a otro, la puerta se abrió desplazándose a los lados como los elevadores, pero esta puerta no era silenciosa y el sonido retumbó fuertemente en las paredes.
Él le hizo una seña con la mano para que pasara.
Camira sintió las piernas de gelatina de un momento a otro. El simple hecho de pensar que estaba en la ciudad de los ángeles caídos le daba escalofríos.
Recorrió con la mirada todo el lugar.
Había unos jardines inmensos y se preguntó cómo era que había algo así bajo tierra. Sin embargo, los árboles eran verdes, pero no tenían aves cantarinas sobre sus ramas. El pasto era verde, pero no tenía el rocío de la mañana en él. La luz era brillante pero no había un sol en el cielo, ni siquiera había un cielo. Era un paraíso sin vida. La idea le causó escalofríos.
-Lo sé, es horrible -dijo Gio con cierto deje de amargura en su voz.
Sin mirarla, caminó a través del pasto. Camira lo siguió esperando ver hacia dónde iban.
-¿Cómo es que te desterran del cielo? -preguntó curiosa.
Gio lanzó una carcajada, pero no había diversión en ella.
-Simplemente te echan. Ya sabes lo típico, de una patada -contestó sarcástico.
Camira frunció el entrecejo. Él suspiró cansinamente.
-Tienes que hacer algo malo si quieres visitar un lugar malo -le explicó.
-¿Qué hiciste tú?
-Supongo que la maldad se puede confundir con cosas buenas. La amistad y la lealtad es algo bueno, pero cuando eres leal a un amigo que no siempre es bueno, te confunden.
-Eso no es justo.
-La vida no es justa, ni siquiera la de los ángeles -dijo sonriendo de lado, sin una pizca de felicidad-. Se supone que debes morir antes de convertirte en un ángel.
-Eso creo -dijo Camira dándose cuenta de la situación.
-Vamos, no importa. Son sólo cosas de ángeles, te convertirás en uno si mueres cuando aún no es tu tiempo.
Ella asintió pensativa.
-¿Si no qué?
-Ya he revelado demasiado, lo siento.
-Ya veo.
Gio volvió a suspirar.
-Vamos, es por acá -dijo dando vuelta hacia la izquierda con Camira a su lado.
-Gio... Cuando alguien se suicida, ¿se convierte en un ángel?
Sonrió y por un momento, Camira se fijó en que parecía cansado.
-Atentar contra una vida es un pecado, atentar contra la tuya entra dentro de éso.
El corazon de Camira se paró por medio segundo antes de reanudar su marcha. Un nudo se formó en su garganta.
Cuando se había dado cuenta de que Gio era un ángel caído, había tenido esperanzas de que Leo estuviera ahí, que quizás fuera un ángel allá arriba. Pero, no, él había cometido un pecado enorme y ahora seguro estaba pagando las consecuencias.
-Ángeles caídos... Qué complicado -resumió Camira provocando, por primera vez, que una sonrisa sincera se formara en los labios de Gio.

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Hey! Hey! Are you ready for this? Haha minimo estoy escuchando a Three Days Grace. Bueno, espero les haya gustado el cap y porfas comenten porque siento que nadie lee la historia, igual, gracias a los que comentan y pronto publicaré otro cap. Wii, ya terminé el segundo libro de cazadores de sombras y al rato iré por el tercero, qué mal que el cuarto sale hasta abril ):

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