La muerte es un suceso inevitable. Damen Hathaway.

domingo, 27 de febrero de 2011

3. Verdad

Cinco años atrás. Odesa, Ucrania.

El silencio rodeaba la mansión así como la maleza crecía sin hacer el menor sonido.
La casa había estado vacía durante años y años. Nadie se había ocupado de ella así que no era una sorpresa que estuviera en ese estado.
De hecho, aún cubierta de hierbas y zacate, se veía linda. Simplemente tenías que imaginarte cómo fue alguna vez. Sus techos altos y los candelabros colgando de ellos. Las paredes lisas y sin ninguna mancha. El comedor largo y rectangular de la misma madera oscura que las escaleras que llevaban al segundo piso. Las habitaciones, cada una con el cobertor que llegaba hasta el suelo cubriendo las camas suaves y grandes. Las cortinas largas y gruesas de un color vino que brillaban con la luz del sol.
Camira suspiró y unos brazos rápidamente se cerraron alrededor de su cintura. El chico puso su mentón en el hombro de ella y se balanceó de un lado a otro. No tuvo que mirarla para saber que estaba disfrutando aquel momento.
-Han pasado tantos años desde que estuve aquí -susurró Camira.
-La reconstruiremos y viviremos el resto de nuestras vidas aquí. Juntos, mi amor.
Camira sonrió e, irremediablemente, le creyó.
-Juntos -repitió.
-Sí -musitó él.
Después de un rato se separaron y entraron a la casa. Dentro parecía estar intacto, salvo por unas cuantas manchas de humedad en las paredes y alguno que otro foco fundido. Subieron al segundo piso y escogieron una habitación cerca de las escaleras. Acomodaron sus cosas mientras hablaban.
-Esta era mi habitación -dijo Camira parando de desempacar, nostálgica-. Mis padres siempre estaban aquí jugando y riendo conmigo.
Dejó que los recuerdos felices junto a sus padres la invadieran por un momento y sonrió.
-Debieron ser tiempos felices -dijo él.
-Igual que contigo -le hizo saber ella.
Se acercó y la abrazo. Sin poder evitarlo, Camira se puso a llorar.
-Shh... Tranquila, todo estará bien. No pasara nada mientras estés conmigo.
-Tengo miedo, ¿y si ellos vuelven?
-No lo harán, lo prometo.
-Mientes, no lo sabes.
-Sé que lo sé y eso es suficiente. Estarás a salvo conmigo, Camira. Créeme.
Después de unos segundos, se tranquilizó un poco.
-De acuerdo -aceptó con nuevas lágrimas corriendo por sus mejillas.
Y como él lo había prometido, ellos no volvieron.
-Leo... -susurró separándose un poco de ella.
-¿Sí, amor? -preguntó mirándola a los ojos.
Sabía que no podía ver la verdad a través de sus ojos.
-Dijiste... Dijiste que mi padre no estaba cuando mi madre murió. ¿D-dónde estaba mi padre?
-Trabajando. Las había dejado solas. En cuanto escuché los golpes bajé rápidamente pero ya era tarde.
Bajó la mirada y Camira lo interpretó como un gesto de sentido pésame, pero ella no sabía que en realidad, él se sentía culpable de estar mintiéndole.
-Todo estará bien. Es sólo parte de tu pasado.
-No, no lo es. También es parte de mi presente -dijo sintiendo el dolor en su voz y el nudo en su garganta.
-Todo estará bien -repitió de nuevo Leo.
-¡Deja de decir eso! -le dijo alterándose.
Leo se quedó callado. Camira bajó la mirada a sus pies.
-Ella murió -susurró-. Ella me salvó. Murió por mí. Mi padre no estaba. Tú estabas pero no pudiste rescatarnos. No importa, gracias por protegerme cuando ellos se fueron. ¿Pero cómo fue? ¿Ellos simplemente vinieron por ella? ¿O por mí? Sí, vinieron por mí -hablaba para sí misma, olvidando por completo la existencia de Leo-. Si vinieron por mí vendrán de nuevo entonces.
-Camira, tranquilízate -dijo Leo tomándola con fuerza por los hombros.
Entonces se desesperó y la culpa le invadió mucho más fuerte que cualquier otra vez. Y soltó la verdad.
-¡Tu madre no murió así!
Camira se alejó un paso de él, aturdida y desorientada. ¿Qué era lo que había dicho?
-¡Pudo haberse salvado pero entonces hubieses muerto tú! -soltó Leo de golpe, gritando.
Camira nunca le había visto así.
-Tampoco hiciste nada para impedirlo -dijo en voz normal Camira. No podía creer que su voz sonara tan controlada cuando lo que quería era gritarle que le dijese la verdad de una maldita vez.
-¡Salvé a tu padre! ¡Le dije que se quedara en la maldita habitación mientras yo iba a verlas! ¡Lo retuve a salvo!
Pasó sus dedos por sus sedosos cabellos en un gesto de desesperación.
-Les ayudaste... Les ayudaste... Les ayudaste... -repetía Camira una y otra vez dándose cuenta de qué había pasado-. Colaboraste con la muerte de mi madre.
Leo sólo bajó la cabeza. No había nada más que hacer. La había perdido.
-Olvida eso, por favor. Nunca fue mi intención. No sabía que se trataba de ti a quien iban a herir. Me prometieron que si hacía lo que les pedía y podían matar a tu madre, tú estarías a salvo -dijo en un último intento de mantener a flote su relación.
-Has vivido todo este tiempo mintiéndome -no fue una pregunta, pero tenía la misma vacilación ya que no quería creerlo.
Un nudo se alojó en el fondo de su garganta.
-No fue fácil para mí, para tí sí. Te di todo lo que necesitaste, estuve ahí para tí.
-¿Crees que es fácil? -dijo la chica en un susurro casi inaudible, sin embargo, él la oyó, por razones que ella nunca escucharía de sus labios-. ¿Hablar de alguien sobre cómo fue la muerte de tu madre?
El dolor crispó las facciones del muchacho. Le dolía tanto haberle mentido. Le dolía tanto haberle dicho parte de la verdad. Le dolía tanto haberla metido en todo aquello. Le dolía incluso verla frente a él. No tenía derecho de contemplarla nunca más. Es por eso que más tarde hizo la acción de la que no se arrepentiría pero que le causaría un gran dolor a ella.
-¿Saber que en quien supusiste que siempre podrías confiar te haya dado la espalda durante tanto tiempo diciéndote mentira tras mentira para ocultar la mentira original? Nunca, nunca más quiero verte -dijo despacio, marcando cada sílaba con crueldad incluida. No dijo nada más, no creía ser capaz de abrir la boca sin empezar a llorar.
Salió de la habitación dando un portazo y fue directo al jardín trasero. Se sentó en la maleza sin importarle en absoluto y sollozó hasta que el sol se puso. Leo estuvo mirándola todo el tiempo por la ventana de la habitación en el segundo piso.
Camira cerró los ojos, esperando despertar en la cama con Leo a su lado y que todo haya sido sólo una terrible pesadilla. Sin embargo no lo era, y tenía que afrontarlo.
Pasó la tarde en el patio hasta que se decidió a ir a dormir, con el propósito de ignorar a Leo.
Y entonces todo se había venido abajo.
Leo se había suicidado, dejándola sola en ese mundo tan horrible.
Aún alcanzaba a recordar el débil susurro de su voz cuando le esuchó por última vez.
"No soy bueno, nunca lo he sido. Encontrarás a alguien más, Camira. Lo sé, estoy seguro. Adiós."
Camira nunca más quiso volver a esa casa.

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Pff es domingo y quiero que ya sea lunes, ¿me lo creen? Es que mañana por fin iré a comprar el segundo libro de "Cazadores de sombras" Aghh.. es que ayer lo terminé pero era sábado y la librería ya había cerrado y hoy es domingo así que no abren, entonces voy a ir mañana haha. Bueno, espero les haya gustado y por favor comenten! :D Gracias.
A.J.

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