La muerte es un suceso inevitable. Damen Hathaway.

jueves, 24 de marzo de 2011

6. ¿Mundana o ángel?

Les pido que comenten

Camira y Gio siguieron caminando, ésta vez en silencio, hasta que él paró frente a una puerta hecha de madera oscura con intricados diseños tallados en ella. Camira lo imitó.
-Bien, hemos llegado -anunció Gio, cortando el silencio.
Ella sólo asintió, se acercó y giró la manija.

-¿Cómo es que ella lo supo?
La pregunta captó la atención de Damen, sin embargo, éste sólo suspiró.
-Me temo que no es el peor de nuestros problemas, Malena -dijo simplemente-. Que ella esté aquí, teniendo el derecho de los ángeles, es algo así como faltar a las reglas. Ella nunca debió de entrar a este lugar. Aún no puedo creer que Apolito haya mandado a Giorgio por la muchacha sin mi permiso.
Su voz era serena pero tenía la cabeza hecha barbacoa y por un momento creyó que iba a explotar.
No. No debía explotar.
-Supuse que ella nunca llegaría a este lugar de nuevo desde aquella vez que...
Malena calló al ver la tensión acumularse en el rostro de Damen.
-Lo siento, señor -se disculpó bajando la cabeza.
-No importa -repuso él-. Yo también lo creí. La mandé con Leo y di por sentado que ella nunca volvería a estar en el peligro que está ahora.
-¿Por qué la ha dejado quedarse, señor? -preguntó Malena, llena de curiosidad, rogando que la pregunta no hubiese ofendido a Damen.
-Es el único sitio en el que puede estar a salvo ahora que sabe la verdad -respondió mirando por la ventana hacia el pasto verde pero sin vida por donde las siluetas de Gio y Camira giraban a la derecha, entrando a los pasillos que dirigían a las habitaciones, saliendo por completo de su vista-. No puede irse -agregó-. No la dejaré indefensa de nuevo.
El amor paternal que le tenía a su hija salió a flote en al última frase y Malena lo miró sorprendida, sin que él llegase a advertirlo.

Camira se encontraba sola en la oscuridad de su nueva habitación. Dormía intraquilamente; las pesadillas se hacían presentes a cada segundo, sin dejarle tener un momento de paz. No obstante, no eran pesadillas que se acabase de inventar, sino que eran simples recuerdos horrendos que había alojado en el fondo de su memoria desde el día que nació.
En sus sueños, escuchaba la voz de su madre gritar mientras moría por ella y, aún dormida, los ojos se le empañaron con lágrimas.
Se removió una vez más en la cama y dio gracias a los cielos cuando abrió los ojos y vio que era de día. No tenía que dormir más.
Se enjugó las lágrimas con la mano derecha, sin quitar la cabeza de la almohada.
Sin embargo, la realidad tampoco era tan pacífica.
Si recordaba bien, había descubierto que su padre era un ángel caído y su madre también. Había entrado a Klair, la ciudad de los ángeles caídos y había descubierto que los ángeles llamaban a los humanos, mundanos. Había sido amenazada por la daga de un ángel caído. Había visto pasto debajo del pasto de la Tierra.
Suspiró.
No era precisamente lo que se hacía en un día normal en la vida de una chica corriente.
Camira se tuvo que recordar que no era una mundana más. Era hija de dos ángeles caídos, ¿eso en qué la convertía? ¿En un ángel caído también? ¿Los cielos la castigarían como ángel caído por ser hija de ángeles caídos, aun sin tener culpa alguna?
Ella bufó cuando se dio cuenta de que había empleado la palabra "mundana"; qué rápido se le pegaban las costumbres.
Una nueva pregunta se alojó en el fondo de su garganta.
¿Esto era el infierno? Si así era, ¿cuál era el castigo? Porque no había llamaradas de fuego o algo parecido. Mmm... Quizá no las haya visto.
No. No lo creía. No creía que aquello fuera el infierno. En todo caso, estaba segura de que no lo llamarían Klair, la ciudad de los ángeles caídos.
Se incorporó en la cama cuando oyó que golpeaban la puerta.
-Adelante -dijo con voz firme.
La puerta se abrió y Gio caminó dentro de la habitación.
-Buenas días -dijo con una sonrisa queriéndose formar en las comisuras de su boca.
Camira suspiró.
-Me pregunto si algún día podré deshacerme de tí.
Gio rió un poco.
-Es decir, yo sé que me amas desde el primer momento en que me viste pero no es necesario que me sigas a todas partes, en serio -repuso burlona, sonriendo con diversión, los ojos brillando después de tanto tiempo siendo opácos.
-Quisieras, Camira -contestó Gio, sonriendo aún, sabiendo que lo que decía ella no era cierto, que tan sólo jugaba... y él no tenía ningún inconveniente en seguirle la corriente.
Le aventó un pantalón de mezclilla y una blusa blanca sin botones de manga corta que cayeron a su lado en la cama.
-Gracias -dijo Camira con una sonrisa, sin mostrar los dientes.
-Estaré esperando afuera mientras te cambias -le avisó y luego agregó con arrogancia burlona-: pasarás el día conmigo.
Gio caminó hacia la puerta cuando Camira decía:
-El sueño de mi vida.
El ángel caído sonrió sin que ella lo viera. Cerró la puerta detrás de él y salió al pasillo, se recargó en una de las paredes de piedra mientras esperaba que Camira terminara de cambiarse.
Cuando la puerta por fin se abrió nuevamente, dejando a Gio ver a Camira, con una sonrisa radiante y una cadena con una extraña figura en ella. No se detuvo a preguntarle qué era.
-Listo -anunció Camira.
-Vamos -dijo Gio caminando por el pasillo-. Tenemos mucho que hacer hoy.

3 comentarios:

  1. hola, soy mariu de maldiciondeamor.blogspot.com y creo q tu blog es genial. me encanta todo lo que tiene que ver con angeles caidos... despierta un extraño interes en mi :D
    adoro la forma como escribes... es tan apasionante!!!
    me gustariaque comentaras en mi nove tambn ;)
    me estare pasando c:

    ResponderEliminar
  2. segui escribiendooo, recien encontre tu blog y me soprendio que escribieras tan bien.
    cuando pueda leo todo completo, pero sigue y no te desanimes!!

    ResponderEliminar
  3. Opino casi lo mismo que Marui, me encanta las historias sobre personas o cosas fuera de lo comun y los angeles son muy interesantes ..., espero que escribas pronto..!!
    :)

    ResponderEliminar