La muerte es un suceso inevitable. Damen Hathaway.

lunes, 18 de abril de 2011

10. Consecuencias

Camira abrió la puerta de la entrada a Klair de un jalón, con la vista empañada por las lágrimas, y salió de la ciudad de los ángeles caídos sin más.
El gran túnel húmedo por el que entró con Gio se extendió frente a ella y al instante se arrepintió. ¿Cómo se suponía que iba a salir por la alcantarilla? ¿Volando?
No tenía ganas de reírse siquiera de su propio chiste.
Llegó hasta donde estaba la abertura del alcantarillado y se quedó ahí. Cansada, se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y sostuvo su cabeza con sus manos.
Escuchó unos pies chapotear el agua al caminar pero no se inmutó al pensar que se trataba de Gio.
-¿Entonces este es el lugar al que vienes a llorar? -preguntó un voz demasiado conocida para ella. Leo.
Camira levantó la cabeza y la frase volvió a su mente. "Eres una de ellos".
-No, de hecho, ya está lo bastante húmedo como para que necesite mis lágrimas -respondió siguiéndole el juego-. Además, creí que te habías ido ya.
Durante los años que estuvieron juntos, Camira había aprendido que el único modo de ganarle a Leo era siguiéndole la corriente.
Leo sonrió al ver que Camira lo conocía tan bien. Se sentó en el piso frente a ella y Camira apartó la mirada de sus ojos con gesto triste.
-Camira... Camira, mírame, por favor -pidió-. Sabes que no verás nada que no te guste. Somos sólo tú y yo de nuevo.
Ella sacudió la cabeza diciendo que no.
-Hay más involucrados esta vez, Leo, no sólo nosotros dos. Damen..
-Él no es bueno, Camira -la interrumpió-. Por un motivo es el señor de los ángeles caídos...
-¿Qué quieren de mí? -preguntó la muchacha.
Había guardado la pregunta desde hacía mucho, esperando por quien en verdad la podía contestar. Y ahora esa persona la tenía justo en frente.
-Te quiero a ti, Camira. Te amo.
-Calla -suplicó ella y se llevó las manos a los oídos-. No quiero... no quiero escuchar nada de esto.
-No volveré a lastimarte. Fue un error por parte mía. Nunca debí haberme marchado. Lo siento tanto.
A pesar de tener las orejas cubiertas con sus manos, Camira pudo oír todo lo que le dijo.
-Necesito que me expliques algo antes -dijo bajando lentamente las manos-. ¿Qué soy exactamente? Sé que conoces cosas de mi pasado que yo no sé. Dímelas... por favor.
-Camira, lo único que necesitas saber para estar a salvo es que te amo y te seguiré amando sin importar qué.
Ella sacudió la cabeza con fuerza.
-¿Cómo es que te convertiste en un ángel? -volvió a intentarlo, obteniendo la misma respuesta.
-No importa. Te amo. Nunca lo olvides.
Cansada y sintiendo los párpados demasiado pesados debido a las lágrimas y, creía ella, a la medicina que le había dado Gio, se levantó del húmedo suelo, con las ropas mojadas. Sintió un inmenso alivio cuando logró estar de pie.
-¡Camira! -gritó Leo antes de que la muchacha cerrara los ojos y las fuerzas la abandonaran.

Leo apenas alcanzó a atraparla antes de que Camira cayese al suelo.
Sabía que no era bienvenido en Klair pero era el único lugar al que podía ir y en donde ayudarían a Camira.
-Leonardo... -susurró asustada Ginna cuando abrió la puerta, luego, la preocupación inundó su rostro al ver que traía a la señorita Camira en brazos-. ¿Qué sucedió?
-No lo sé, de repente se desvaneció -contestó desesperado.
-Debemos llevar a la señorita Camira con el señor Damen.
-¿Dónde está?
-En la habitación de la muchacha.
-¿Las habitaciones de los invitados?
Ginna asintió.
-Bien -acordó Gio y corrió hacia el lugar que le había dicho Ginna.

La puerta se abrió de golpe y la furia invadió a Gio cuando vio de quién se trataba.
-¡Camira! -exclamó Damen y Gio dirigió su mirada hacia el cuerpo inmóvil de la chica. Palideció.
-Se desmayó, supongo. Parecía bien y de pronto... -Leo calló. No lucía precisamente bien llorando. No tuvo tiempo de corregirse.
-Giorgio -lo llamó Damen-. Ponla en la cama. Leonardo, vete.
-No me iré -respondió él firmemente.
Damen pudo haberlo hecho marchar pero pensó que Camira necesitaba más su ayuda.
Gio tomó a la muchacha de los brazos de Leo, cargó su peso a través de la habitación y la puso suavemente en la cama.
-¿Por qué recayó? Le di la medicina.
-No lo sé, Giorgio -respondió Damen.
Todos miraron a Camira cuando ésta comenzó a moverse.
-¿Q-qué pasó? -tartamudeó débilmente.
-Te desmayaste, mi amor -contestó Leo, acercándose a ella. Sin embargo, Camira se alejó y miró fijamente la sábana. Debía de contarles.

Bajo la sombra del árbol, la chica estaba concentrada en sus bosquejos.
El ángel que dibujaba era tan hermoso. No había belleza que se le comparase, ni siquiera la de ella, con su cabello rubio y sus ojos color turquesa.
Había empezado a tener visiones acerca de ángeles desde que había comenzado el año. La rutina había sido al principio de mínimo una a la semana hasta hacerse cada vez más frecuentes que llegó a ignorar cuándo sucedería la siguiente.
Entonces llegó. Simple y sencilla, y al mismo tiempo compleja y complicada.
La muchacha de ojos cafés que siempre aparecía en las visiones dormía en la cama cómodamente. El chico de cabello dorado estaba recargado sobre la puerta, mirándola. Una lucha se desataba en su rostro, que parecía no saber distinguir las emociones que lo embargaban.
La visión fue un pequeño flashazo y se fue tan rápido como vino. La vidente quedó de nuevo viendo el gran parque extendiéndose delante de ella.
Abandonó su bosquejo del hermoso ángel rubio y se dispuso a dibujar la escena que había aparecido en su mente.

Damen irrumpió en la habitación de Camira sin tocar o hacer ruido, temía despertarla si seguía dormida.
-¿No ha despertado? -le preguntó en voz baja a Leo. Él se limitó a negar con la cabeza-. Bien.
Se sentó en la única silla que había en la habitación y miró directamente a Camira.
Tanto se había perdido. Tanto era a lo que él mismo, por decisión propia, había renunciado. Si tan sólo hubiese protegido a Marissa cuando ella se lo había pedido... Entonces todo sería muy diferente. Ella estaría viva y Camira, de algún modo, sería más feliz. Leo nunca se hubiese entrometido en la vida de su hija. Camira sería más feliz, se repitió una vez más.
Lo único que importaba era su hermosa hija, justamente la que se encontraba dormida frente a él, precisamente la que le había comunicado que padecía leucemia desde cinco años atrás apenas hacía unas horas.
Nada más que las consecuencias de tus actos, pensó Damen lúgubremente. No obstante, no había nada que él pudiese hacer.

1 comentario:

  1. A.J!!!
    OMG! :O
    El cap estuvo super emocionanteeee!
    Enserio me quede :D O.o *.* :O ( ) ( )
    ( ',' )
    Jeejejeje si bno, el conejito no es así como una emoción pero me enkntaaa hacerlo XD
    Adoroooo el capii!
    Leo es bueno? no lo se...
    Leo es malo? tampoco lo se...
    Leo y Gio son sexys? si... XD
    Kiero leer otro capii d tu nove? ...Pues claro q si! :D
    Publik Pronto q ya no aguanto las ganas de leer otro cap!
    KiSsEs, DaNy

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