La muerte es un suceso inevitable. Damen Hathaway.

sábado, 26 de febrero de 2011

2. Hacia Klair

Algo le decía a Camira que después de todo, estaría a salvo en aquella ciudad.
-¿A dónde vamos? -preguntó ella caminando rápidamente para poder alcanzar a Gio. Estaba exhausta aunque se negaba rotundamente a admitirlo. Además, tenía que dar dos pasos para poder ir a su lado cuando él daba uno
-A Klair -respondió Gio como sí nada.
Aquello la confundió la ira se abrió paso queriendo salir a flote.
-Oye, no es como decir: iré a Starbucks, porque ya sé a dónde voy y si me dices Klair, no tendo la menor idea de lo que dices -dijo con el ceño fruncido.
Gio suspiró con un gesto de cansancio.
-Klair es una ciudad debajo de ésta.
Lo pensó por dos segundos.
-¿Cómo una ciudad subterránea? -preguntó interesada.
-Es una ciudad subterránea -aclaró.
Después de eso, el silencio se hizo presente, como si en realidad fuera, físicamente hablando, en medio de ellos dos, tan palpable y... silencioso.
Entonces Camira se puso a examinar a Gio de pies a cabeza. Se preguntó si Gio sería un diminutivo de algún nombre, tal vez Giovanni. Se fijó en su cabello, despeinado y casual, como el protagonista de tantas películas, tantas que había perdido la cuenta de cuántas veces había visto ese peinado despeinado en el cine y la televisión. No le importó, en él se veía estupendo.
Sus jeans estaban desgastados, al igual que los de ella, pero los de él eran más claros, como si los hubiesen lavado y relavado un millón de veces. Su camisa era a cuadros, de color rojo y con botones al frente; se parecía a las que usaban los granjeros pero Gio los lucía como un galán de cine. Sus manos se movían en sus costados para adelante y para atrás debido al movimiento y sus pies parecían extremadamente ágiles. Se dio cuenta de que era sumamente guapo.
La pregunta surgió en el fondo de su mente y ésta se abrió paso hasta llegar a la superficie. ¿Quién era Gio?
-Puedes tomar una foto si quieres -dijo Gio volviéndose hacia ella un poco pero sin dejar de tener su atención al frente, viendo por dónde caminaban.
-¿Disculpa? -preguntó un tanto ofendida Camira.
-Sí, digo, he notado cómo me miras, podrías tomar una foto y enseñárselas a tus amiguitas mundanas.
Camira enrojeció de verguenza pero ése no fue el único sentimiento que sus palabras provocaron en ella.
Se preguntó si alguna vez había tenido una amiga, alguien a quién contarle lo que sucedía sin temor a que hiciese nada más que llorar contigo y consolarte mientras juntas buscaban una solución a cualquier problema. Pero no lograba recordarlo. Quiso saber si había sido algo para alguien como lo había sido para...
¡No!, gritó una voz en su cabeza e instintivamente se abrazó el torso con los brazos.
Gio le dirigió una mirada de soslayo pero no dijo nada. En realidad, se sentía un poco molesto.
¿Por qué ella era tan importante? ¿Por qué le habían mandado a él que fuese por ella? ¿Por qué específicamente a él, el mejor guerrero de Klair? Ese chica tan sólo era una simple mundana. ¿Cierto? ¿Cierto?
Bufó y se limitó a seguir caminando con ella a sus espaldas. Advirtió que se había rezagado un poco pero qué más daba.
Al ver que la miraba a los ojos, rápidamente Camira apartó la mirada. No era que no lo quisiese mirar sino que no podía. Si lo hacía, sólo Dios sabe de qué se enteraría.
Se obligó a relajarse y volvió a dejar caer las manos sobre sus costados.
-¿Qué tiene de especial Klair? ¿Por qué está debajo de esta ciudad? -preguntó curiosa, evitando sus ojos.
-Es la ciudad de los ángeles.
-¿Debajo? -No tenía congruensia-. ¿Ángeles debajo de la Tierra?
-Ángeles caídos -explicó con un vestigio de amargura en su voz.
-¿Entonces tú eres uno de ellos?
Asintió.
-¿Un ángel caído?
Volvió a asentir.
-¿Cómo caíste?
Rió sin dejar la amargura de lado.
-Tal vez algún día te lo cuente, por ahora deja de preguntar, ¿quieres?
Le sonrió. Una sonrisa sin siquiera un poco de felicidad que hizo que ella asintiera resignada.
Caminaron en silencio por un rato, Camira se limitó a mirar el suelo mojado. Supuso que había llovido no hacía mucho y levantó la mirada al cielo. Las nubes eran de un tono grisáceo y no eran las únicas. La ciudad en sí, ahora que entraba más y miraba en su interior, parecía igual de apagada que el cielo.
-¿Qué pasa? ¿Por qué todo es tan oscuro? -preguntó Camira.
Suspiró cansado.
-Una guerra se avecina.
-¿Qué guerra?
-Una en que muchos morirán, inocentes y culpables. No importará, estoy seguro de que todos matarán al azar.
-Eso es horrible.
-El mundo entero es horrible -respondió con simpleza.
-Bueno, antes no lo era -dije inconscientemente.
-¿Por qué lo dices?
No se dio cuenta pero ahora caminaban cerca y se acercaron aún más porque ahora hablaban en susurros.
Camira cerró los ojos al darse cuenta de que estaba a punto de hablar con alguien sobre aquello que escondía de todos. Nunca había sentido la necesidad de abrirse ante nadie y ahora, se encontraba ahí, caminando en medio de la calle yendo a una ciudad de la que sin duda nunca había escuchado, con un chico al que le quería decir cualquier cosa con escuchar su voz.
Abrió los ojos sin ninguna prisa.
-Antes era feliz. El mundo tenía todos los colores que pudiesen existir pero... cuando él se fue...
Volvió a bajar los párpados rápidamente con un nudo enorme en la gargante, sin embargo, reprimió las lágrimas. No lloraría. Oh, no, no lo haría.
-¿Él quién? -preguntó Gio.
-No importa -dijo Camira tosca, pasando su lengua por sus labios repentinamente secos.
Gio la miró examinando sus facciones durante una fracción de segundo y luego volvió la cabeza al frente de nuevo como si Camira dijera la verdad y no importara. Y no es que a él en serio le importara, ¿cierto?
-Hemos llegado -anunció Gio sin moverse.
Camira miró hacia todos lados, no veía absolutamente nada.
-¿Seguro? -preguntó.
Él asintió sin decir nada.
-Pero no hay nada.
-Tenemos que bajar -dijo con tono obvio. Señaló la tapa de la alcantarilla que había a unos cinco, seis pasos de ellos y se encaminó a ella. Levantó la tapa y la puso a un lado-. Iré yo primero y te atraparé, ¿de acuerdo?
-De acuerdo -repitió Camira. Vio saltar a Gio y oyó el golpe sordo que realizaron sus pies al tocar el suelo. Se armó de valor y de un solo salto, con los ojos cerrados y el aire pegándole ferozmente en la cara, cayó en los brazos de Gio.
La cercanía la aturdió y se encontró a centímetros de los ojos de él. El muchacho no la soltó, sabía que debía hacerlo pero había algo en ella que le obligaba a estar a su lado, a protegerla, a alejarla de cualquier peligro.
Tú eres peligroso, le recordó una vocecilla en su cabeza.
Pero era tarde, Camira lo había mirado ya a los ojos fijamente y leía cada expresión de su rostro. Se dio cuenta de tantas cosas, supo gran parte de su pasado con tal sólo una mirada y se odio por ello. Era su intimidad, no la de ella. Vio cada una de las batallas que él había librado, que en realidad no era un chico malo sino que defendía a cualquiera que tuviera derecho de ser libre y sintió la necesidad de hacer lo mismo por él. Él merecía ser libre.
Se apartó bruscamente.
Odiaba tanto esa parte de ella. La única persona que había conocido y a la que no podía ver el interior de su alma así había sido sólo una, y ya no estaba con ella.
Eso le había dado una lección. La gente que estaba alrededor de ella siempre acababa con un desastre tras otro. Era por eso que ella misma no se permitía tener ninguna relación con alguna persona que influyera sentimientos provenientes de cualquier de las dos partes.
Suspiró aún sintiendo la fija mirada de Gio sobre ella.
¿Por qué era tan difícil apartarse de él?

________________________________________________________

Gracias! Bueno, este es el segundo cap de la historia, espero les haya gustado y si por favor me pudieran ayudar recomendandome en sus blogs se los agradeceria muchos. Comenten si les ha gustado por favor(:
A.J.

2 comentarios:

  1. Realmente amo como escribes <3
    Publica pronto :D

    ResponderEliminar
  2. Te inspiraste en cazadores de sombras vdd? con lo de una ciudad abajo de otra...angelees....mundanos...guerras ..., pero no iporta, te esta qedando genial

    ResponderEliminar